EL MÉTODO ROBLES

JESÚS SILVA-HERZOG MÁRQUEZ  

Todos los demás son culpables, salvo yo.

Céline

La defensa de Rosario Robles es una pieza formidable de argumentación política.

Difícilmente podría escenificarse una mejor maniobra de enmascaramiento, un representación más acabada en defensa de la irresponsabilidad. Si alguien te cuestiona, dile que tiene mal aliento. Si alguien advierte que te equivocaste, llámalo racista. Si te denuncian será porque te tienen envidia, porque no toleran tu renombre, porque amenazas a los poderosos, porque eres maravilloso. Si dicen que mentiste, insulta. Sonríe siempre. Pase lo que pase: festeja con tus cuates.

El guión de Rosario Robles es digno de estudio. Lo que los políticos hacen de manera segmentaria y dispareja, la antigua gobernante de la Ciudad de México, consigue de forma acabada, casi perfecta. Por ello puede hablarse de un Método Robles de Evasión Política que debe ser estudiado atentamente en cualquier Diplomado de Prácticas Políticas Contemporáneas. El Primer Módulo del Método Robles abordará la Teoría del Autoelogio. Antes que nada: apláudete. Rosario Robles lo hace ejemplarmente. Mi gobierno revivió el muerto que había dejado Cárdenas. Pavimentamos la ciudad, logramos recuperar el agua que se desperdiciaba, recuperamos los espacios públicos, promovimos la cultura, logramos un diálogo público en el periférico que impidió la confrontación, defendimos los derechos de las mujeres, dialogamos con los policías, no nos arrodillamos frente al gobierno federal, nos opusimos al Renave que estaba en manos de un genocida. Eso dijo, en su conferencia de prensa. Después dejó la modestia. En sus entrevistas en televisión y en radio Rosario describía a Rosario como la gran estadista, la gobernante grandiosa, la política admirable dio vida a la esperanza. Lo notable en esta práctica del autoelogio es que puede avasallar cualquier cuidado jurídico. Nuestra campaña, dijo cínicamente Robles, impulsó la victoria de Andrés Manuel López Obrador. Se puede entonces confesar abiertamente que los recursos públicos fueron empleados con fines partidistas pero no importa mucho. El autohomenaje bien lo vale.

El segundo módulo es uno de los más importantes del Método Robles. Consiste en el estudio y el ejercicio de la Victimización. La teoría tiene ya buenos investigadores. Puede consultarse La cultura de la queja, de Robert Hughes o La tentación de la inocencia de Pascal Bruckner. Ambos resaltan el protagonismo del mártir autoproclamado en la sociedad contemporánea. La víctima aparece como el sujeto políticamente privilegiado porque, en virtud de su sufrimiento, tiene necesariamente razón. La habilidad política es hoy, fundamentalmente, la astucia para colocarse la máscara del humillado. Soy mujer, por eso me atacan. Son misóginos, por eso no pueden tolerar a una mujer poderosa. Si hacemos la disección de la Doctrina Robles, detectaremos que la práctica de la victimización tiene tres elementos. En primer término, la víctima debe inscribirse en alguna categoría de sufridos. En segundo término, debe acentuarse siempre que el sufrimiento se origina en una campaña oscura y sucia. No hay ataques sueltos ni casuales. La víctima ha de ser objeto de una conspiración, una compleja maquinación de siniestros intereses. Así plantea Robles su defensa: existe una campaña en mi contra "con intereses partidarios de tonalidades blanquiazules". De acuerdo con esta visión, en algún secreto lugar, los ejecutivos de TV Azteca, Reforma y el PAN se pusieron de acuerdo para destrozar a la peligrosísima Rosario Robles. Decidieron que la perredista era su enemigo principal y que habría que coordinar esfuerzos para despedazarla. Finalmente, la conspiración debe colorearse ideológicamente: son los intereses de la derecha, los hijos del salinismo, los reaccionarios que se han enriquecido con el neoliberalismo, los machos que quieren llevarnos al medioevo. Pregunta agudamente Robles si la conspiración en su contra será parte de un acuerdo político para instrumentar el Plan Puebla-Panamá. ¿Será?

El tercer módulo del Método Robles aborda las técnicas de la Distracción. Cuando se cuestiona a alguien, lo importante es llevar cuanto antes la discusión a otro territorio. Cuestionan la forma en que se emplearon los recursos públicos pero lo importante no es eso, lo importante para México es discutir el modelo económico, los fondos del Fobaproa, la propuesta de aplicar IVA a los alimentos y las medicinas, las ideas de Abascal, las concertacesiones, los viajes del presidente Fox, la política entreguista del gobierno federal, la forma en que vive Carlos Salinas de Gortari, el trabajo actual del ex presidente Zedillo... Para apartar la atención de los cuestionamientos, sirve mucho dirigirla a los cuestionadores. Lo que importa no es lo que se dice sino quién lo dice. Ellos no tienen autoridad moral. Ni los panistas, ni Reforma, ni TV Azteca, ni siquiera los perredistas que no son mis amigos tienen autoridad para cuestionarme. Con gran elegancia lo ha hecho Doña Rosario: el que me critica es alcohólico y drogadicto. Inmejorable.

Estoy seguro que el Método Robles desborda la política. Mucho se puede aprender de esta manera de enfrentar la crítica y aplicarla a otros terrenos. En la vida personal, por ejemplo, la Doctrina Robles puede ser un escudo formidable frente a cualquier cuestionamiento. El miércoles pasado tuve la ocasión de emplear sus lecciones. Había llegado tarde a una junta y quienes estaban en el salón empezaron a cuestionarme. ¡Quedamos a las 10:00 y son las 10:45!, me reclamaron groseramente. Iba a pedir perdón, cuando recordé la lección de Rosario. Primero empecé a hablar de mí, de lo mucho que había trabajado el día anterior, de todos mis logros y medallas, de las terribles envidias que suscitaba mi éxito magnífico. Me enfrenté a ellos y les dije que me parecía muy raro que se ofendieran tanto porque yo llegaba 45 minutos tarde a una reunioncita y no decían nada del calentamiento de la Tierra y la Convención de Kyoto. Hay problemas mucho más importantes que la puntualidad, les dije y empecé a disertar sobre los peligros ambientales que enfrentaremos si no se hace algo muy pronto. Eso es lo que deberíamos estar discutiendo, no las tonterías que sólo preocupan a los caballeros ingleses. Finalmente tomé la ofensiva. No es ninguna casualidad que ustedes me cuestionen, dije. La semana pasada llegué media hora tarde a otra reunión y también censuraron mi impuntualidad. El día anterior, justo el día de la exitosa conferencia de prensa de Rosario Robles, llegué a la comida a la hora de los postres y me criticaron agriamente. ¡Se han puesto todos de acuerdo!, exclamé. Me quieren desprestigiar. Me están linchando. Lo que sucede es que ustedes no me toleran porque uso lentes. No es ninguna casualidad que ustedes me condenen. Ninguno usa anteojos y no perdonan que yo sea miope. No me van a arrodillar, dije. Todos ustedes son unos malditos mariguanos. Y así, levantando los brazos en señal de victoria, salí muy digno del salón.