Entregó el obispo Sandoval
Íñiguez un informe en el Vaticano, revela el diario italiano "Il Giornale"
En un largo artículo publicado ayer
por el periódico italiano "Il Giornale", el periodista Andrea Tornelli da a
conocer lo que él llama las últimas pruebas del asesinato del cardenal Posadas Ocampo,
las cuales fueron entregadas al Vaticano por Juan Sandoval Íñiguez, arzobispo de
Guadalajara, mientras se encontraba en Roma asistiendo al sexto consistorio extraordinario
concluido hace 10 días.
Según el periodista, el cardenal
Sandoval consignó el documento diciendo: "El homicidio de mi predecesor, el
cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, es un crimen de Estado", afirmando asimismo
que el purpurado mexicano y su chofer habían sido asesinados "por un comando que
actuó con precisión militar" y que otras cinco personas, presentes el día del
homicidio, también fueron asesinadas poco tiempo después.
Señala asimismo que dos bandas de narcotraficantes fueron convocadas en el lugar de los hechos, que decenas de testigos han sido amenazados de muerte y después de ocho años de inconcluyentes investigaciones algunos jefes del narcotráfico han sido ayudados a escapar de las cárceles de máxima seguridad por los chantajes hechos "a personalidades de alto nivel y a oficiales de la policía federal involucrados directamente en el complot".
Menciona asimismo que se ha llegado hasta el punto de intentar
el envenenamiento del cardenal Sandoval quien, en 1999, estuvo a punto de morir por su
empeño "en descubrir una verdad tan incómoda".
Esta historia de matices aún muy
oscuros, según Tornelli, "emerge de las cartas y documentos recopilados por el
secretario general del estado de Jalisco, el diputado Fernando Guzmán Pérez, quien junto
al cardenal Sandoval se bate para que los verdaderos responsables del complot sean
entregados a la justicia".
Más adelante y después de relatar
con detalle lo sucedido en el aeropuerto de Guadalajara, el 24 de mayo de 1993, fecha del
homicidio del cardenal Posadas, el periodista refiere que en ese momento se encontraban
presentes diversos integrantes de la banda de los hermanos Arellano Félix,
narcotraficantes de Tijuana, y el jefe de la banda adversaria, Joaquín Guzmán Loera,
alias "El Chapo".
"Pocas horas después del
homicidio, para la Procuraduría federal a cargo de Jorge Carpizo, el caso estaba
resuelto", señala el autor del artículo añadiendo que según las autoridades el
cardenal se encontró en medio de una balacera en la cual fue casualmente herido de
muerte.
Según Tornelli, esta versión fue
desmentida con la autopsia, razón por la cual el procurador la cambia afirmando que el
cardenal había sido "confundido" con "El Chapo" Guzmán, no obstante
sus hábitos de sacerdote y de ser físicamente diferente.
El periodista recuerda que algunos
testigos refirieron que a la llegada de Posadas al estacionamiento del aeropuerto dos
hombres gritaron "es él", "llega el padrecito" y que en 1995 el procurador especial
Pablo Chapa Bezanilla elabora un documento en el que toma distancia de la manera como
hasta ese momento se habían llevado a cabo las investigaciones. "Se establece la
verdadera trayectoria de las balas y se toman finalmente en cuenta las declaraciones de
los 17 testigos presentes en el aeropuerto", escribe Tornelli. En la parte titulada
"Las nuevas pruebas", el periodista refiere los testimonios consignados al
Vaticano por Sandoval Íñiguez de los cuales "podría emerger que el cerebro
operativo del complot es un alto oficial del antidroga: debió ser éste el que convocó a
los narcotraficantes en el aeropuerto". Habla asimismo de tres grupos operativos
implicados en la balacera, "el primero podría haber cometido el homicidio; el
segundo, coordinado por el en aquel entonces jefe de la policía Judicial Federal,
`cubierto` a los sicarios. Mientras el tercero, también compuesto por policías, debió
haber aislado y tenido bajo control la zona".
Por lo que toca al móvil del homicidio, la respuesta, según Tornelli, podría darla el testimonio, ante la FBI, del ex militar mexicano Marco Enrique Torres García, "el hombre ha revelado haber recibido la orden, conjuntamente con otros 11 militares, de recuperar los documentos en poder del cardenal, los cuales involucraban al entonces presidente Salinas y a su hermano Raúl en la actividad del narcotráfico".
En base a lo anterior, según el periodista, el cardenal pudo ser eliminado no sólo por su abierto combate contra los señores de la droga sino también "porque tenía en su poder informaciones que los que detentaban el poder juzgaban peligrosas".
En la parte conclusiva del texto de
Tornelli, "Atentados, fugas y malestares", se señala que el 6 de junio de 1999
Juan Sandoval sufrió una "extrañísima trombosis" intestinal que lo puso al
borde de la muerte y que el mismo cardenal le reveló que "los médicos no lograron
explicarse la causa del ataque y existe la sospecha de que pudiera haber sido
envenenado". Se refiere asimismo que cinco meses después el diputado Guzmán se
salvó milagrosamente de un atentado y que en enero pasado "El Chapo", el hombre
que podría delatar a los mandantes, fue hecho huir de la cárcel de máxima seguridad de
Puente Grande. Ahora, con la llegada del nuevo presidente, afirma el periodista, la
Iglesia católica espera que el caso se resuelva ya que, como le comentó Sandoval,
"si se quiere, se puede llegar a la verdad. Lo que falta es la voluntad de llegar
hasta el fondo".