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Labastida y el Fobaproa

Aparentemente, no fue mas que un exabrupto ocasional el que llevó a Francisco Labastida Ochoa a vilipendiar a la familia de Vicente Fox Quesada, hace una semana en Chimalhuacán. Pero detrás de ese incidente, se encuentra una discutible e injusta apreciación del candidato priísta acerca de las deudas del Fobaproa.

El aspirante presidencial del PAN llevaba varios días haciendo críticas personales a su rival priísta. El lunes había dicho que Labastida tenía años "viviendo de la ubre del gobierno". Quizá esa frase colmó la paciencia del ex gobernador de Sinaloa, que al siguiente día respondió: "Yo he vivido de mi trabajo como la inmensa mayoría de los mexicanos. Yo no he vivido del Fobaproa como ha vivido la familia de Vicente Fox; de eso no vivo, ni de eso quiero vivir".

Ese mismo martes Fox replicó "ya veremos de a cómo nos toca" y al día siguiente, le pidió que no se metiera con su familia. Poco después, los hermanos del candidato panista dijeron que él no tiene nada qué ver con sus negocios.

El tema no ha sido saldado, porque las apreciaciones de Labastida y otros personajes del PRI sobre los créditos del Fondo Bancario de Protección al Ahorro fueron muy duras y seguramente se les revertirán a la hora de las urnas, si no es que antes.

Labastida está convencido de que el Fobaproa sirvió fundamentalmente para apoyar a empresarios y ciudadanos deshonestos. Así lo ha sugerido en varias ocasiones. Durante su campaña para ser candidato del PRI, al menos en tres momentos expresó discrepancias con el uso de los créditos de ese Fondo.

El 9 de agosto del año pasado, en un encuentro con propietarios de micro, pequeñas y medianas empresas, el ahora candidato presidencial relató: "Me ha tocado conversar con empresarios que no han podido conseguir créditos de 15 mil o de 20 mil pesos y que tienen 20 años de trabajo, de comportamiento honesto, que se la están jugando ellos, su mujer, sus hijos y no pueden conseguir un crédito de 20 mil pesos; no tienen deudas con el FOBAPROA, no le han hecho daño al país por ningún concepto y sin embargo les hemos negado las fuentes de crédito".

En aquella intervención, Labastida dejó abierta una preocupante ambigüedad al asociar el daño al país con las deudas en el Fobaproa. No explicó si tiene la certeza de que los empresarios o deudores hipotecarios cuyos créditos (en muchas ocasiones sin que ellos lo supieran) fueron trasladados a la cartera del Fobaproa, han de ser considerados traidores o devastadores de la patria.

El 27 de septiembre, en un encuentro con empresarios del Estado de México, el ex secretario de Gobernación prometió impulsar a la pequeña y la mediana empresa con apoyos fiscales y créditos. Dijo entonces: "Ahí se genera el 80 por ciento del empleo del país, hay que recordarlo. Y hoy, no pueden conseguir un crédito de 10 mil pesos, no se los da la banca y no le deben nada al FOBAPROA, conste".

Esa asociación entre la insolvencia de muchos pequeños empresarios y las deudas en el Fobaproa, no debe haber causado muy buena impresión a quienes se encontraban en una situación como la que describió, con sarcasmo, el entonces precandidato.

Más tarde, el 4 de octubre en una reunión con empresarios en Querétaro, Labastida se refirió al mismo tema: "Hay que apoyar a las empresas diferentes de las industriales, porque las que se dedican al ramo del turismo o del comercio, de los servicios, también requieren nuestro apoyo y son esos que hoy no pueden conseguir, ni siquiera un crédito de 10 mil pesos y no le han debido nada al FOBAPROA, ni le han tomado el pelo a nadie, ni han robado a los mexicanos, ni nos han hecho daño a ninguno de los que estamos aquí"

La equiparación entre quienes toman el pelo, les roban y dañan a los mexicanos y los deudores del Fobaproa, fue especial -y preocupantemente- enfática. Seguramente entre los beneficiarios de los créditos de ese programa hay algunos pillos. Pero si han recibido ese respaldo e incluso si antes han podido lucrar con la economía mexicana, ha sido por la tolerancia, las omisiones o incluso, la complicidad de funcionarios que militan en el mismo partido que el señor Labastida.

Junto a esos abusivos, existen centenares de miles de mexicanos cuyas deudas se volvieron de tal manera inmanejables debido a la crisis de los años recientes -o incluso, cuyas deudas fueron colocadas en el Fobaproa sin su consentimiento- a quienes no les deben hacer ninguna gracia las comparaciones que formula el ahora candidato del PRI.

A fines de 1998, cuando se aprobaron los programas de apoyo a deudores, se estimaba que serían beneficiarios de ellos cerca de 800 mil deudores agropecuarios, 212 mil pequeños y medianos empresarios y 456 mil deudores hipotecarios.

Entonces, el gobierno federal y los legisladores del PRI defendieron la pertinencia del Fobaproa, como la única solución a una crisis que no era sólo de los bancos con deudores insolventes, sino de toda la economía mexicana. Ahora, el candidato presidencial priísta comparte la liviana y poco responsable satanización que otros partidos han hecho de ese Fondo.

Quizá repitiendo esos lugares comunes el señor Labastida levante algunos aplausos. Pero es difícil que encuentre simpatías entre los deudores del Fobaproa, que no son pocos ni pueden ser considerados, todos ellos, atracadores de los mexicanos.