Todo parece indicar que una de las consecuencias del conflicto universitario será el rediseño de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) -este sería el objetivo central del Congreso del que se está hablando- para convertirla en una institución descentralizada de estudios superiores de excelencia.
Otro efecto evidente del conflicto universitario es la exhibición pública, incluso en grado denunciatorio, de diversas fuerzas partidistas que han actuado como agentes de disturbio y de mercadería político-electoral en la Máxima Casa de Estudios. A la cabeza de esta "muestra" de arqueología política está el Partido de la Revolución Democrática (PRD), cuya dirigencia ha aportado en los meses pasados las pruebas necesarias para sustentar las imputaciones que se les están haciendo ahora en este sentido. Pero lo más grave no está en este hecho -en realidad otros partidos han actuado igual en el pasado- sino que la fórmula empleada para evidenciar al PRD "con las manos metidas" en la UNAM fue ejecutada con sus propios usos, recursos y discursos.
Acaso sin percatarse de ello, los dirigentes perredistas fueron inducidos a la exhibición pública con la participación de grupos y personas afines o cercanos -porros del grupo Frente Popular Francisco Villa (FPFV) y supuestos filiales del EZLN y el EPR-, quienes voluntaria o inconscientemente se dedicaron a caricaturizarlos.
La presencia de estos iconos de vieja izquierda cerril y totalitaria hicieron su parte no sólo en la denuncia de la presencia del PRD en la UNAM, sino que se abocaron con énfasis a ridiculizarlo y desprestigiarlo ante la opinión pública como izquierda desfasada. Acaso no sea posible probar documentalmente esta intención, pero es un hecho palpable que la actuación de líderes del Consejo General de Huelga (CGH), como El Mosh, El Diablo y El Gato, contribuyeron a que muchos electores asocien al PRD con vandalismo, intransigencia extrema y macetas con plantas de mariguana
Esta debiera ser una lección básica para los perredistas que en otras ocasiones y en el caso de la UNAM parecen haber seguido una línea "aventurera". Una lección dura, amarga.