PRD, DESUNIDOS Y CON LA CERTEZA DE LA DERROTA

 

El Partido de la Revolución Democrática vivió la derrota del 2 de julio con el mismo esquema que lo ha caracterizado: cada grupo por su lado.

 

A un año de distancia, Cuauhtémoc Cárdenas reconoce por primera vez que llegó derrotado, y recuerda que la "única sorpresa" fue que la votación del PRD estuviera un poco abajo del 20 por ciento previsto.

 

Fue un año de rupturas y redefiniciones.

 

Hoy, Amalia García plantea: "Queremos ser un partido socialdemócrata", mientras que para Jesús Ortega "el 2 de julio nos enseñó que es hora de fortalecer la vida institucional del PRD". Pese a las diversas opiniones, hay un consenso entre sus dirigentes: "El 2 de julio nos convirtió más en un partido de propuestas que en uno contestatario".



Sacar al PRI de Los Pinos y ser derrotados

 

Muy pocos lo supieron. Casi nadie. Pero el hecho es que a ese 2 de julio del año pasado, a esas elecciones presidenciales de fin de siglo, Cuauhtémoc Cárdenas llegó con la certeza de que estaba derrotado.

 

Un año después, el ex candidato presidencial del PRD lo reconoce, ahí, en el mismo despacho de su casona de Polanco y en la misma oficina en la que se negaría a contestarle la llamada que esa noche le hiciera, desde las oficina del candidato del PRI, Francisco Labastida Ochoa.

 

"Sí, los resultados del 2 de julio se venían prefigurando desde antes, y las encuestas nos permitieron saber desde semanas antes de los comicios cómo se estaba moviendo la opinión pública. A lo largo de la campaña vimos altas, bajas, mejorías, deterioros. Pero para el 2 de julio teníamos ya una previsión de por dónde iban a estar los resultados." Efectivamente, aquel 2 de julio no hubo sorpresas para Cárdenas. El sabía desde semanas antes que no iba a ganar.

 

Y por eso es que al mediodía de ese 2 de julio, hora en que recibió los resultados de las primeras encuestas de salida, lo único que alcanzó a sorprenderlo y a entristecerlo más de lo que ya estaba era que el PRD no alcanzaba ni siquiera el porcentaje que tenían previsto.

 

"La única sorpresa fue que (los resultados) estuvieron un poco abajo del 20 por ciento que pensábamos obtener", refresca la memoria Cuauhtémoc Cárdenas ahí, en esa oficina donde recibió la derrota un año atrás.



Ese 2 de julio fue vivido por la dirigencia nacional del PRD al mismo estilo que ha caracterizado la vida interna del partido a lo largo de 12 años, y de la misma forma en que medio llevaron la campaña presidencial: cada grupo jalando por su lado.

 

En Aristóteles 315, en Polanco, se concentrarían Cárdenas y su equipo de campaña: Pedro Etienne, Lucas de la Garza, Adolfo Gilly, Imanol Ordorika, entre otros de sus más cercanos amigos y colaboradores.

 

En Monterrey 50, en la sede nacional del PRD, la presidenta Amalia García en sus oficinas y Jesús Zambrano, el secretario general, en las suyas. Monterrey 50 era fiel reflejo de lo que los perredistas esperaban: militantes de rostro alicaído y dirigentes que sacaban quién sabe de dónde fuerzas para esbozar alguna que otra sonrisa.

 

Relegada de la toma de decisiones, Amalia García se mantuvo a la expectativa. Cárdenas ni siquiera le llamó. Muy temprano fue a votar. Luego recorrió la ciudad. Hizo llamadas a los comités estatales. Revisó las encuestas de salida que mandó a hacer. Y ella fue la que buscó a Cárdenas para darle informes de esos sondeos. Fue de las primeras en confirmar que no pasarían de 20 por ciento . Luego se tomaría un café con López Obrador.

 

"Sí, fue una sensación agridulce, pues sacábamos al PRI de Los Pinos, pero Cárdenas era derrotado", indica hoy Amalia.


"Ingeniero, de parte de Labastida...", le avisaría a Cárdenas uno de sus más cercanos colaboradores, ya entrada la noche de ese 2 de julio.

 

El ingeniero no dijo palabra alguna y se concretó a decir que "no" con un movimiento de cabeza. Dejaba así, sin más, con la palabra en la boca, con alguna eventual propuesta, con el interés por hablar con él, al candidato del PRI.

 

Eran las horas críticas del 2 de julio de 2000. Los instantes en que se anunciaba ya el triunfo de Vicente Fox. Los momentos cruciales en que Cárdenas tomaría la decisión de salir, dar la cara y reconocer su derrota.

 

Con un gesto Cárdenas diría que "no", que nada tenía que hablar con Labastida. Era la noche del 2 de julio y Cárdenas tenía otra cosa en mente: determinar qué iba a decir públicamente ante el triunfo de Vicente Fox.

 

"Todos estábamos preocupados. Ya sabíamos que se había perdido, lo sabíamos desde la mañana, desde que comenzaron a llegar los primeros informes. Y desde entonces todos los que estuvimos con él sabíamos que habría de llegar el momento en que Cárdenas tendría que salir a dar la cara", recuerda un integrante del equipo de campaña del ex candidato del PRD que pide mantener en reserva su identidad.

 

"Sí, esa noche le habló Labastida por teléfono, pero el ingeniero no quiso ni siquiera tomarle la llamada. A lo mejor ni siquiera se dio cuenta de que era Labastida el que pedía comunicarse con él. Cárdenas estaba serio, muy serio, quizá más serio que de costumbre y los que estuvimos ahí, con él, nunca lo vimos que se doblara, ni que pensara en salir a deslegitimar la elección, a decir que había habido fraude", revela el perredista.

 

Sentado detrás de su escritorio, Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano escuchaba a Gilly, a Lucas y a Ettiene decirle que no le correspondía a él salir a reconocer el triunfo de Fox, que no era su papel, mientras otra parte de la dirigencia del PRD, entre ellos Jesús Zambrano, le decían que era "la hora de la congruencia" y lo exhortaban a salir y a reconocer que el ganador, esta vez, estaba en las filas del PAN.

 

"Nunca dudó en reconocer el triunfo de Fox y se concretó a escucharnos a todos, pero era claro que ya sabía que tendría que salir a dar la cara. Poco después de las nueve, creo, nos avisó en seco: `vamos afuera, es hora de reconocer que perdimos`."


A un año de distancia, Cuauhtémoc Cárdenas reconoce por vez primera que al 2 de julio llegó derrotado y sostiene que quizá "la única sorpresa" fue que la votación del PRD "estuviera un poco abajo de 20 por ciento ".

 

El ex candidato del PRD recuerda las "difíciles horas" del 2 de julio y si bien señala que no lloró, reconoce que "ver que ganaba Vicente Fox, ver que ganaba el candidato de Zedillo, sí me provocó mucha tristeza".

 

Pasaron por su mente los 12 años de lucha en favor de la democracia. Se dio cuenta de que había perdido, pero ni aun así pensó que la democracia podía ser ingrata.

 

¿Pudo dormir esa noche?

 

Sí, al mal tiempo buena cara. Fue difícil, pero el apoyo de la familia fue muy importante.

 

¿El voto útil terminó siendo un voto inútil?

 

Bueno, para quienes querían que realmente hubiera cambio, sí, porque no han cambiado las condiciones sociales de este país.

 

¿Está decepcionado de quienes lo dejaron en la lucha?

 

No, los que se fueron se pueden contar con los dedos de la mano. Los oportunistas están siempre en cualquier movimiento.

 

¿Dónde sintió que las tendencias ya no le eran favorables?

 

A lo largo de toda la campaña. Hubo altas y bajas y se veía que el resultado no iba a ser el esperado. Era cosa de ver las encuestas. "Podía haber algunas tendenciosas, pero la mayoría respondía a lo que venía sintiendo la opinión publica."

 

¿Y cuando veía eso sentía que ya no se podía hacer nada?

 

No, bueno, si hubiera sentido eso ya no hubiera seguido la campaña. Pero seguimos porque teníamos la obligación de luchar.

 

¿Supo que Fox ganaría?

 

Bueno, Fox nos ganó porque tuvo una campaña exitosa en los medios que no supimos revertir. Veíamos desde entonces que era una campaña difícil de revertir.

 

¿Qué cambiaría ahora de su campaña?

 

Bueno, hay cosas que son difíciles de hacer a toro pasado.