JUSTICIA A LA MEDIDA: ROBLES, EXONERADA; ESPINOSA, PRESO


Contrastes Ambos incurrieron en gastos exagerados en comunicación social, sin embargo, el trato en cada caso ha sido diametralmente opuesto

 

Que “no quede duda! Las constancias que acreditan el delito de peculado por 420 millones de pesos, contra Oscar Espinosa Villarreal están debidamente entregadas ante el órgano competente”, declaraba el procurador Samuel del Villar el jueves 30 de marzo de 2000, ante diputados locales de la ALDF.

 

Aquellas declaraciones marcaban el inicio de una feroz cacería contra el ex regente capitalino, la cual concluyó el martes 12 de diciembre pasado con su encierro en una prisión de alta seguridad en Managua, Nicaragua.

 

En contraste, el pasado jueves 21 de junio, diputados locales del PAN y del PRI ratificaron ante la Contraloría una denuncia en contra de la ex jefa de gobierno, Rosario Robles, que habían interpuesto unos días antes, por un sobregiro de 416.2 millones en gastos de comunicación social.

 

La diferencia fue que hace tres días ese órgano de control decidió exonerar a la ex funcionaria, asegurando que los gastos fueron legales y que “poner en tela de juicio si hubo o no inmoralidad, le corresponde a la ciudadanía y a los medios de comunicación”, no a ellos.

 

La PGJDF acusó a Espinosa Villarreal de no entregar la documentación comprobatoria de la partida 3605, sobre un gasto por 420 millones de pesos en comunicación social. No obstante, Jesús González Schmall, el primer oficial mayor de la administración perredista en la ciudad, dijo a este reportero, el martes 20 de  junio del año pasado, que el ex regente sí le había entregado la documentación que Del Villar aseguraba no existía.

 

“Efectivamente, después de firmar el acta de entrega-recepción, toda la documentación de la partida 3605 fue transferida a la Contraloría General”, aseguró el ex funcionario.

 

—¿Cómo pudo la Contraloría perder esta documentación? Se le preguntó.

Ahí sí, honradamente, no tendría yo contestación. Yo no sé si pudo haber sido incompetencia, descuido u otra cosa...

 

La jugada perfecta. Desde que asumió la administración capitalina, el 5 de diciembre de 1997, el PRD sabía que existían irregularidades en la forma en la que fueron manejados los recursos por la administración de Espinosa Villarreal.

 

Conocieron el memorando en el que el ex regente ordenaba a Manuel Merino, su oficial mayor, que “cada erogación que se haga con cargo a la partida 3605, referente a otros gastos de Difusión e Información, será realizado directamente por usted, por lo que deberá firmar el recibo correspondiente”.

 

Esta información fue “guardada” durante dos años y usada en el 2000, coincidentemente, un año electoral.

 

De esta forma, mientras la administración de Rosario Robles gastaba recursos al son de dos millones de pesos diarios para “afianzar” su imagen y de paso la de su partido, fue reactivada la vieja querella en contra del ex regente prisita.

 

Aunque es difícil precisar en qué medida, los gastos en comunicación social, la querella contra Espinosa Villarreal y la resolución del Tribunal Electoral del DF, que declaró válida la candidatura del tabasqueño Andrés Manuel López Obrador para contender por la jefatura de Gobierno, surtieron el efecto que el perredismo esperaba.

 

La persecución. Horas después de que el presidente Ernesto Zedillo le aceptara su renuncia al cargo de secretario de Turismo, Oscar Espinosa, conciente de que todo el peso y toda la furia de un procurador se abalanzarían sobre él, el 3 de julio del 2000 decidió desaparecer y encargar a sus abogados un amparo para evitar ir a prisión.

 

Versiones de que había sido visto en Sinaloa, en Chihuahua, en Saltillo y en otros tantos estados de la República inundaban las páginas de los diarios. La PGJDF emitió un boletín de auxilio a la Interpol y esta ordenó su búsqueda en 177 países del mundo.

 

El 12 de noviembre del año pasado, Espinosa Villarreal llegaba a Managua, Nicaragua, en un vuelo privado procedente de Toronto, Canadá y, un mes después, el martes 12 de diciembre, era arrestado y encerrado en El Chipote, una prisión de la desaparecida seguridad del Estado sandinista y que actualmente es operada por la Dirección de Investigaciones Criminales de la policía nicaragüense.

 

En contraste, Rosario Robles enfrenta aún, dos denuncias penales, una del fuero común por la adjudicación irregular de un contrato celebrado con la empresa Publicorp, SA., por 55 millones de pesos.

 

Según legisladores panistas, este contrato se celebró antes de que el mismo estuviera autorizado por el Subcomité de Adquisiciones, Arrendamientos y Prestación de Servicios de la propia Jefatura de Gobierno.

 

Además, pese a que para el 2000 a Rosario Robles se le había autorizado un presupuesto de 282 millones de pesos para gastos de comunicación social, al final del año las cuentas establecieron que el gasto en este rubro fue por 701 millones 900 mil pesos; es decir, 419.7 millones de pesos más de lo que le había sido aprobado.

 

La otra denuncia, la del fuero federal, es por probables delitos electorales, ya que, presuntamente, la ex jefa de gobierno envió recursos para apoyar las candidaturas de Pablo Salazar Mendiguchía y César Raúl Ojeda a sus campañas por la gubernatura en Chiapas y Tabasco, respectivamente.

 

El procurador Bernardo Bátiz anunció, hace apenas unos días, que en el transcurso de esta semana será dada a conocer la resolución judicial sobre este caso, en el que Rosario Robles ni siquiera fue citada a comparecer ante el Ministerio Público.